Microcuentos Sueño
Verte Cuando No Estas
La luna era menguante allá, cuando sé que en casa debe estar llena. Aunque esté dividida a la mitad sigue enorme, amarilla, brillante y a tu fondo te hace resplandecer. Parece sonreírte, dándote la bienvenida a través de este portal y te corona con halo de luz pálida que se cuela poco a poco entre tu pelo y te acaricia el perfil derecho de la cara, te visten de noche y de magia en estos momentos donde te vuelvo a encontrar, estos que parecen ser tan frágiles y efímeros, que parecen resbalar de mis manos a pesar de su eterna repetición en estos meses. Somos aquí tan nítidos, tan presentes, tan dormidos y ausentes, que me embriago en la somnolencia del momento, la oniria me da un empujoncito de osadía que me lleva a querer verte más de cerca y al tocarte siento ya tan real este momento, sé con la certeza de todo mi ser que por unos segundos escurridizos al menos estas acá. El problema es ser tan consciente de todo en medio de este abrazo, sentirte hacerte polvo de luna, o de sol, de estrellas, o de lo que sea que estén hechos los sueños. Mis ojos se cierran tan fuerte frente ante esto, escapándole al alba que escolta tu partida, que, al segundo siguiente no me queda más que abrirlos, despierto casi cegada por las visiones de tu visita y solo comprendo que a la ausencia le encanta que la llame por tu nombre.
Sin Astros
Es difícil imaginar una vida sin aquello que damos por sentado, sin aquello que parece ser inagotable, irrepetible, irrefrenable. Las mujeres ancianas, religiosas y correctas repiten a modo de cantico moralejizado y torturado "es que hay que valorar todo cuanto se tiene y cuando se lo tiene, ya que nada es para siempre (bueno o malo), uno nunca sabe cuándo puede perder", no comprendo aun como esa frase tan mundana ahora se aplica hasta aquellas cosas que parecen ser siempre tan puntuales, tan inmortales y sagradas. La noche eterna comenzó de madrugada, tiempo indeciso, el puente entre la oscuridad y el amanecer. Parece que la luna emprendió un viaje silencioso hacia algún lugar del espacio tiempo, por supuesto en un principio nadie se dio cuenta que faltaba (salvo en algún lugar del mundo donde la marea habrá arrasado con alguna tierra inocente), ya venía avisando cuando menguó más de lo normal, pero solo los aficionados a las fases lunares y los de mente abierta lo notaron. Con la falta de sol a los incrédulos no les quedó más remedio que creer. Fue tan armonioso que nadie se percató que las 9 a.m. no había ni un rayo de luz asomado en el horizonte, como si él hubiera huido tras su amante y nos dejara a todos a nuestra suerte. Lo que antes llamábamos cielo se tornó un lienzo de terciopelo negro al cual nunca más adorno una estrella hermana del sol ya ausente, todo se había ido en un abrir y cerrar de ojos, en un sueño de noche de verano, todavía sumidos en esta perpetuidad no sabemos qué hacer con el ¿tiempo? si se lo puede llamar así, porque la normalidad ya no existe, es un concepto a reconstruir. Algunos sueñan despiertos, otros no saben en que creer, yo me conformo con dejar registro de este momento, con esperanza de que generaciones de futuras tardes soleadas y lunas cíclicas sepan del tiempo sin astros.
Hogar
Hace ya tres meses que vivo sola, la mayoría del tiempo me siento bien, me siento realizada, libre, transitando una nueva etapa, adoro tener mi propio espacio y estoy más que agradecida con la vida por ayudarme a cumplir esta meta, pero hoy es uno de esos días en los que extraño levantarme con las voces de mis padres desayunando en la cocina, a mi hermana llegando del colegio a mediodía y a la fiesta que hacen los perros cuando ven que recién te levantas. Hoy es uno de esos días en los que añoro llegar a casa y que mamá tenga la cena cocinándose con el aroma de mi comida favorita inundando toda la casa, mientras yo le cuento mi día sentándome a su lado encima de la mesada. Hoy es uno de esos días donde no extraño la casa sino el hogar que compone la gente que lo habita. Bajo del colectivo y subo hasta mi departamento, cuando giro la llave la puerta ya estaba abierta, me resultó raro y por un instante temí lo peor, le doy un empujón a la puerta con el pie armada únicamente de mi manojo de llaves, pero cuando esta se abre es como si ella me transportara tres años atrás en el tiempo, me encuentro por sorpresa con todos aquellos seres que extrañe tanto, se ve que yo ocupaba sus pensamientos al mismo tiempo que ellos los míos. Feliz con lo que ven mis ojos corro a abrazarlos porque realmente están acá, pasamos una velada donde mi casa entera fue digna de ser llamada hogar, al despedirlos me invade una leve sensación de ausencia, una oleadita de silencio me recibe al entrar a mi casa. Otra vez, no puedo esperar a que vuelva a ser hogar.
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